Entrevista a Antonio Colinas



(Diario de Ibiza)



ENTREVISTA COMPLETA


Literatura y viajes. 

La literatura, como la vida, va profundamente unida a la idea de viaje. Todos sabemos que hay dos viajes en ambas: el físico y el viaje a uno mismo, el viaje interior. De ahí esa entrañable fusión que hay entre literatura, vida y viajes. Escribí más despacio sobre este tema en mi ensayo "El viaje de sentido trascendente". 

Usted vivió varios años en Italia. Háblenos de esa experiencia. 

Mi experiencia de los años de Italia ha sido importante hasta el punto de que siempre digo que mi vida y mi obra se dividen en dos grandes etapas: antes y después de haber estado en Italia. 

Ha vivido en León, Madrid, Milán, Bérgamo, Ibiza y Salamanca, ¿qué ciudad habría elegido para quedarse a vivir si hubiera tenido oportunidad? 

Cada tiempo tiene su ciudad. Ahora viviría en la ciudad en que vivo, Salamanca, o en Ibiza, aunque son mundos muy diferentes. Mi juventud ha ido unida a las ciudades del mediterráneo, pero mis raíces están en León, y siempre se acaba volviendo a las raíces, a donde uno vivió la infancia. Tampoco olvido que en Córdoba viví tres años de mi adolescencia. (Acabo, por cierto, de enterarme de que Córdoba no ha obtenido la "Capitalidad Cultural". Había firmado el manifiesto en favor de su candidatura y era sin duda la ciudad con méritos absolutos. En Córdoba todas las culturas se funden). 

Recientemente contaba que en su juventud viajó de vuelta de Londres en autostop. 

En los años 60 el auto-stop era algo natural. Tanto para el que lo hacía como para el que te recogía. Todavía hice auto-stop en mis primeros años en Ibiza, pues aún no había sacado el carnet de conducir y vivía en el campo. Era un estilo de vida. Hoy ya no se podría hacer, ni de hecho se hace. 

¿Hay un algún libro que haya disfrutado o que recuerde especialmente durante algún viaje?

Pienso sobre todo en los deliciosos libros sobre Italia que escribió Stendhal. Son las mejores guías para acudir a ese país y me marcaron mucho. Él escribió que, en su tiempo, en los alrededores del lago de Como o en el trayecto entre Milán y Bérgamo se hallaban los paisajes más hermosos del mundo. También me marcó antes de mi viaje a Grecia "El coloso de Marusi", de Henry Miller, un libro delicioso. También los de Lawrence Durrell. "El cuarteto de Alejandría" o sus libros sobre las islas griegas son una maravilla. 

El sitio más curioso en el que ha estado. 

Recuerdo mucho un lugar sobre el Lago de Lugano, donde está Montagnola, el pueblo en el que vivió Herman Hesse. También recuerdo la casa de Nietzsche, rodeada por la nieve, en Engadina, Suiza, y el camino y el bosque detrás de ella, en el que se le reveló su libro sobre Zarathustra. 

Una ciudad. 

Es difícil señalar una ciudad. Recordaré varias: Florencia, Bérgamo, Córdoba, Jerusalén, Fez... 

Un paisaje. 

El de la Valsolda, un valle que hay en la zona de los lagos, entre Suiza e Italia. También el de los ríos, choperas y encinares de mis tierras leonesas. 

Un lugar. 

Quizá el Café de Tasso, en la Plaza Vieja de Bérgamo. Allí fui escribiendo mi libro "Sepulcro en Tarquinia". También la casa de mis abuelos, en un valle entre León y Zamora en el que ahora escribo estas palabras.

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